Antonio González Pacheco, conocido como «Billy el Niño» ha fallecido víctima del Covid 19 en Madrid. Esta pandemia está generando, desgraciadamente, muchos obituarios. Habitualmente son noticias que nos ponen tristes las que nos llegan. Pero no siempre pensamos que es tan injusta la vida con quien fallece. Hoy ha muerto un torturador confeso y no arrepentido. Confeso porque cientos de personas han testificado sobre las torturas que recibieron a manos de la policía franquista y bajo la dirección de este pistolero, por eso su apodo de “Billy el Niño”.
Se ha ido un ser gris y mediocre pero muy violento, que se dedicó como actividad profesional a torturar a quienes intentaban horadar el régimen franquista tras más de 3 décadas de dictadura. Se ha ido alguien, que como se ha demostrado en la actualidad, estaba protegido por el Estado por los “buenos servicios” realizados. De ahí las medallas que engordaban su ego y su pensión de funcionario de las fuerzas represivas. Por eso, ni con un Gobierno “progresista” en el que se encuentran declarados enemigos la impunidad franquista, ha sido público el expediente de oro de este criminal ni retiradas las medallas que consiguió por torturar.
Hoy es un día muy triste para la justicia. Se ha muerto un imputado en un proceso de derechos humanos sin haberse realizado una investigación correcta sobre los delitos cometidos por González Pacheco y otros, por las trabas que ha puesto el mismo sistema judicial y el gobierno. Y así, las querellas interpuestas contra él también mueren al decaer la responsabilidad penal. Pero no así las causas contra el franquismo que mantienen vivas las víctimas. Primero porque la estrategia de persecución a los antifranquistas no se le ocurrió a Antonio González Pacheco, por muy sádico y enfermo que estuviera. Las torturas infligidas a las personas que militaban en agrupaciones y asociaciones contra la dictadura y por la libertad estaban ordenas por el sistema represivo del régimen franquista en un plan sistemático y organizado para debilitar la oposición al caudillo. Así, junto con Pacheco (que ha sido el más conocido por su exhibicionismo natural), hay más policías denunciados en las querellas presentadas en los Juzgados de Plaza de Castilla. Por eso, no pueden terminar los procesos abiertos en los que Billy el Niño sea uno de los acusados. Y, además, las víctimas de las torturas y quienes les apoyamos en esta lucha no vamos a parar hasta que se haga Justicia y se declaren delitos de Estado aquellas torturas cometidas para blindar el régimen del dictador. A pesar de sus palizas, las ideas de quienes lucharon contra Franco no se han visto resentidas sino que han sido fortalecidas, y con la comunidad lograda con la Querella Argentina la red se ha hecho más extensa.
CGT solo lamenta que haya sido el “coronavirus” y no los tribunales los que hayan hecho justicia con la vida de este lamentable sujeto que disfrutaba produciendo dolor físico y psíquico en sus víctimas, y que nunca ha mostrado el menor arrepentimiento por los crímenes cometidos. Pero lo más indignante es la impunidad que siguen disfrutando personajes como González Pacheco.
Sabemos que el franquismo no ha muerto.
LA ÚLTIMA HUÍDA DE UN CANALLA
La Comuna de Expresos y Expresas del Franquismo
http://www.lacomunapresxsdelfranquismo.org/2020/05/07/la-ultima-huida-de…
El torturador González Pacheco ha escapado, una vez más, de la justicia. Algo que llevaba haciendo desde hacía mucho tiempo. Toda su vida fue así: solo fue valiente delante de las víctimas indefensas a las que torturaba con total impunidad en compañía de sus compinches de la Brigada de Información Social. Asumió la representación pública de todos ellos, pero solo para presumir de sus hazañas y nunca para dar la cara cuando fue requerido por la justicia. La justicia argentina, porque siempre disfrutó de la protección de los tribunales y todos los poderes del estado español.
Ha representado con su muerte la misma escena que vimos nosotros un día de abril de 2014 en la puerta de la Audiencia Nacional: un canalla que huía una vez más de la justicia y de sus víctimas, que le veíamos escapar en una moto embozado para que no le viésemos la cara, protegido una vez más por los poderes de esta democracia española que ha sido incapaz de darnos a sus víctimas uno de los derechos humanos más fundamentales: el derecho a la justicia.
Quedará en la memoria la vergüenza de su vida y de nuestra democracia que le protegió, pero también nuestra lucha por conseguir verdad, justicia y reparación para todas las víctimas del franquismo. Esperamos que nuestra sociedad nos acompañe en la lucha por estos derechos que nuestro estado siempre nos negó.
Jesús Rodríguez Barrio
miembro de la Comuna.
Fuente: Memoria Libertaria de la CGT