Acostumbran los políticos a tergiversar la realidad, a deformar el lenguaje para apelar a los sentimientos, tratando de derivar los problemas reales a cuestiones casi esotéricas, de mera creencia o convicción, como hace la presidenta de la Comunidad de Madrid respecto a la situación actual de Bankia, o como hace ahora, en contestación, la alcaldesa de Valencia reclamando respeto para la Comunidad Valenciana, nada menos.
Cuando lo cierto es que lo que ha ocurrido con Bankia, con Bancaja y Caja Madrid, no es cosa de sentimientos; Bankia ha calculado su necesidad de aportaciones de dinero público de acuerdo con las cifras de su balance, fácil es determinar qué parte de las mismas tienen origen en operaciones de Bancaja o de Caja Madrid y acabar de una vez con esta disputa absolutamente estéril.
Cuando lo cierto es que lo que ha ocurrido con Bankia, con Bancaja y Caja Madrid, no es cosa de sentimientos; Bankia ha calculado su necesidad de aportaciones de dinero público de acuerdo con las cifras de su balance, fácil es determinar qué parte de las mismas tienen origen en operaciones de Bancaja o de Caja Madrid y acabar de una vez con esta disputa absolutamente estéril.
Pero, lo que es más importante y pretenden soslayar nuestros responsables políticos es que a esta quiebra no se ha llegado por algún efecto mágico o esotérico, la situación actual de Bankia no es sino el resultado de una serie de decisiones y actuaciones de los últimos años, tanto en las cajas de origen como en la entidad resultante, y sus responsables tienen cara, ojos y manos, tienen nombre y apellidos.
Por supuesto los integrantes de sus Consejos de Administración. Es indignante que ahora alguno de sus miembros reconozca que ni siquiera sabe leer un balance (¿qué hacías entonces en el consejo de administración de una entidad financiera, sinvergüenza?) o que se intente hacer leña del árbol ya caído como hace el actual presidente de Bancaja, al acusar al anterior de autoritario (¿y los años que has estado calladito, votando a todo que sí y cobrando, ya no cuentan pajarito?).
Por supuesto sus directivos. Ambas entidades tenían responsables de políticas de admisión y control de riesgos, de definición de productos y su comercialización, de auditoría interna, personas que han tomado decisiones, han ordenado actuaciones concretas en toda la red de sucursales, firmantes de informes de auditoría sobre las áreas señaladas sin salvedad alguna, responsables de contabilidad y de la información económico financiera manejada en los procesos de integración, de salida a bolsa, etc.
Personas que hoy están tranquilamente en sus casas tras haber cobrado millonarias cantidades en concepto de indemnización o jubilación o, incluso, continúan en los mismos o semejantes puestos en Bankia.
Personas que podrían ser acusadas, si la necesaria investigación previa así lo determina, de delitos como los siguientes:
- Las alteraciones contables y falsificación de balances, si las hubo, para poder proceder a las fusiones entre las siete cajas en liza.
- Las eventuales manipulaciones tendentes a obtener un patrimonio positivo para poder salir a Bolsa, con un posible delito de fraude de emisiones.
- La información dada con cuentagotas y sin fundamento sobre el real estado patrimonial antes y después de la intervención.
- Las retribuciones variables e indemnizaciones por todos los conceptos que hayan percibido consejeros y directivos de Bankia y las Cajas de origen, con posibles cargos por administración desleal y/o fraudulenta, o apropiación indebida de cara a los depositantes y accionistas.
Y sin embargo las bofetadas, virtuales e incluso literales, se las están llevando los trabajadores y trabajadoras en oficinas de la entidad. Y hay que decirlo muy claro: quien más quien menos llevamos algún/algunos decenios dando lo mejor de nuestro esfuerzo diario por Bancaja o Caja Madrid, orgullosos de nuestro trabajo, y la mejor prueba de que lo hacíamos muy bien son los millones de clientes, hasta ahora satisfechos, de ambas entidades.
Somos los primeros indignados por la situación actual, al margen de que no siempre podamos expresarlo en horas de trabajo, y los primeros que exigimos que se realice una investigación seria que determine responsabilidades, señale expiaciones merecidas y nos permita volver a trabajar al servicio de la sociedad, del pueblo, del barrio, que es a lo que estamos acostumbrados y sabemos hacer perfectamente.
Por eso desde CGT, único sindicato en Bancaja y en Caja Madrid que se manifestó en contra del proceso de integración y así lo votó en las Asambleas Generales de ambas entidades, queremos hacer dos llamamientos en estos difíciles momentos.
El primero para el nuevo presidente de Bankia, sr. Goirigolzarri. Es fundamental para el futuro de la entidad conseguir la implicación de toda la plantilla y por ello es imprescindible recuperar el orgullo de sentirse partícipe de un proyecto con proyección, en una entidad honesta, transparente, con voluntad de servicio… y para ello es necesario que se produzca la limpieza de todos esos cargos, de todas esas personas que nos han llevado a la vergonzosa situación actual.
El segundo llamamiento para los propios clientes y clientas de Bankia. Deben exigir responsabilidades y soluciones a los problemas planteados, pero hay que dirigirse a los auténticos responsables, a los que realmente se han enriquecido a través de sueldos y compensaciones millonarias, sin importarles las consecuencias de su actuación para sus clientes, ya sean ahorradores, accionistas, autónomos o empresarios. Que se unan, como afectados, en iniciativas que denuncien lo ocurrido, tanto administrativa como penalmente. Pero sin cargar innecesariamente contra los empleados y empleadas, sin agresiones, sin malos modos. Por favor, nosotros no somos el enemigo.
Y sí, ya sabemos que debería existir un tercer llamamiento. A los partidos políticos, para exigirles, desde la ética y la justicia, que depuren responsabilidades también internamente, que realicen una investigación rigurosa de lo ocurrido, que determinen responsabilidades también en el Banco de España, en la CNMV… pero a estas alturas nos parece una posibilidad tan irreal, una petición tan ingenua, que casi nos da vergüenza hacerla.
Sección Sindical CGT-Bankia
Valencia, 31 mayo 2012