NOTA DE PRENSA//
CGT denuncia la persistencia de la precariedad en relación al empleo y anima a la movilización el próximo 1º de mayo.
Valoración de CGT sobre la última Encuesta de Población Activa y llamamiento a la participación en las movilizaciones del 1º de mayo que llevan por lema “construir para vencer”.
Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) indican que se reduce en 11.000 el número de personas ocupadas durante el último trimestre. Mientras, el número de personas paradas se incrementa en en los últimos tres meses en 103.800 personas, alcanzando una cifra total de 3.127.800 personas en situación de paro -una tasa de desempleo del 13,26%-. Se trata de un incremento del paro que en términos relativos se concentra especialmente en personas trabajadoras de más de 55 años, donde crece un 7,8% con respecto al trimestre anterior, y en población jóven menor de 20 años, donde el crecimiento del paro es del 5,7%.
Otro elemento preocupante se encuentra relacionado con la evolución del empleo por régimen de dedicación: el empleo a tiempo completo ha disminuido en 34.700 personas, mientras que el empleo a tiempo parcial se incrementa en 23.600 asalariadas. Este aumento del volumen de empleo parcial se concentra en las mujeres, pues a pesar de que el número de trabajadores varones a tiempo parcial ha disminuido en 21.200 personas, la ocupación de mujeres a tiempo parcial se incrementa en 44.800 personas durante los últimos tres meses. Resulta relevante poner el foco sobre ello, pues el grueso de la parcialidad involuntaria motivada por el trabajo de cuidados, en concreto alrededor del 90%, se concentra en las mujeres, lo que supone una fuente de segregación ocupacional y contribuye a perpetuar la división sexual del trabajo.
Si observamos la evolución del empleo a nivel sectorial, se constata un descenso en el volumen de ocupación principalmente en la industria (11.200 personas ocupadas menos), mientras aumenta en el sector servicios durante el último trimestre (7.800 personas más). Desde el comienzo del repunte de la actividad económica tras el shock inicial de la pandemia, la recuperación de los niveles de empleo se ha venido impulsando especialmente en el sector servicios, un sector de actividad caracterizado por la precariedad en las condiciones de trabajo, en términos de mayor estacionalidad, parcialidad, bajas remuneraciones y esquemas de organización del trabajo -jornadas, calendario laboral, etc.- inestables.
Otro dato importante a destacar es la persistencia de las horas extras y el uso abusivo de las jornadas maratonianas que caracterizan el mercado laboral. Según la EPA de este primer trimestre de 2023, más de 6 millones de horas extras se realizan cada semana, de las que el 45% no se remuneran. En concreto, 764 mil personas asalariadas reconocen hacer horas extras semanalmente; de todas ellas, el 42% realiza más de 7 horas a la semana y el 10% más de 16 horas a la semana.
Además de la intensificación del trabajo y la extensión de las jornadas, la clase trabajadora tenemos que sufrir la paulatina pérdida de poder adquisitivo. Según las estadísticas de convenios colectivos del Ministerio de Trabajo y Eª Social, el promedio de subida salarial pactada en los últimos convenios en 2022 fue de 2,48% mientras que la inflación fue de 7,5%, lo que derivó en una pérdida de poder adquisitivo promedio del 5,02%. En base a los datos del primer trimestre de 2023, los salarios pactados siguen siendo inferiores a la evolución de la inflación, y seguimos perdiendo cerca de un 2,17%.
Sin embargo, la evolución de los resultados económicos y financieros empresariales vislumbra una realidad muy distinta. Según los datos publicados por las empresas del IBEX 35, en 2022 alcanzaron un beneficio conjunto de 52.000 millones de euros, lo que supuso un nuevo récord de ingresos con respecto a 2021, superando el medio billón de euros. Resulta evidente que si hay ajuste salarial y la clase trabajadora ha perdido poder adquisitivo mientras que los márgenes de beneficios han aumentado es porque la crisis la volvemos a cargar y sufrir los y las trabajadoras.
Por tanto, a pesar de la dinámica de recuperación de la actividad económica y del volúmen de empleo tras la crisis derivada de la pandemia, persisten escenarios de precariedad asociados a la composición sectorial del empleo, a la distribución de género de aquellos trabajos más precarizados, al régimen de dedicación y al subempleo, a la pérdida de poder adquisitivo, o a la vulnerabilidad y desprotección frente a formas de organización del trabajo y condiciones laborales con impactos sumamente nocivos sobre la salud física y mental de las personas trabajadoras. Todo ello cristaliza en un presente asfixiante para muchos y muchas trabajadoras, y traza horizontes que imposibilitan imaginar un proyecto de vida digno. Mientras tanto, las grandes empresas y los grandes patrimonios de este país se nutren de este empobrecimiento generalizado. Este 1º de mayo es una buena ocasión para encontrarnos en las calles y plantear que el crecimiento, la fuerza y la unidad del sindicalismo de clase y combativo es la respuesta que necesitamos para hacer frente a estos problemas. Nos vemos en las calles.