El convenio colectivo pactado en la factoría de Landaben no contempla la reducción de los abusivos ritmos de trabajo en las cadenas de producción, ni la posibilidad de limitar de alguna manera el crecimiento constante de la ya elevadísima productividad de la empresa para cortar la continua sangría de puestos de trabajo eliminados.
Al revés, incrementa la jornada laboral y la flexibilidad hasta disponer la empresa de 81 jornadas anuales de producción por encima de esa jornada anual individual pactada.
Al revés, incrementa la jornada laboral y la flexibilidad hasta disponer la empresa de 81 jornadas anuales de producción por encima de esa jornada anual individual pactada.
Este escenario planteado para los próximos años va a profundizar el deterioro del estado de la salud de la plantilla ya en estos momentos muy alarmante, tal como se aprecia en la Memoria Sanitaria anual (2012) elaborada por la propia empresa, y en la que se constata que un 20% de los trabajadores y trabajadoras de las cadenas de producción presentan limitaciones permanentes para el trabajo derivadas de su deteriorado estado de salud.
Así, el futuro de muchos de los trabajadores y trabajadoras de la empresa pinta mal a medio plazo, y podría afectar a su vez a la viabilidad de la empresa, porque la edad media actual de la plantilla es de 45 años, y al final de vigencia del 8º convenio colectivo (año 2017) rondará los 50 años, con un 25% de la plantilla por encima de los 54 años. Demasiados trabajadores y trabajadoras con demasiada edad, y con muy poca salud para afrontar las draconianas condiciones de trabajo pactadas. Problema a la vista. Problema que UGT, CCOO, CC y la propia empresa no han querido afrontar pactando medidas concretas para su corrección en este convenio, y que por el contrario van a dejar que se pudra hasta que se convierta en una situación de alarma social cuya solución (final) sea costeada por la propia plantilla y el conjunto de la sociedad navarra a cargo de sus dineros públicos.
En su delirio productivo, los firmantes del convenio colectivo sitúan los salarios de las nuevas contrataciones en el 75% del correspondiente a la categoría básica, de tal manera que los trabajadores y trabajadoras que ingresen en adelante en la empresa percibirán salarios de hace dos décadas. Este es el marco de las relaciones laborales injustas, abusivas, irresponsables y antisociales, que se va a imponer en una empresa que en los últimos cuatro años ha obtenido sus mejores resultados productivos y económicos de sus casi 50 años de historia. Este desastroso acuerdo no ha sido producto de la casualidad, es el resultado de la consolidación total de la empresa como sistema de economía corporativa, en el que el beneficio empresarial se antepone a todo lo demás, y en el que el falso sindicalismo mayoritario está plenamente integrado como herramienta para el control, engaño, y contención de los trabajadores, a través de las redes clientelares que han podido armar con el favor y el reparto discriminatorio de productos (ingresos, ascensos, etc) cedidos por la empresa.
Es así como han conseguido dejarnos en franca minoría a quienes desde el sindicalismo de clase proponemos que los procesos de negociación colectiva se desarrollen con un control directo y permanente por parte de los trabajadores y trabajadoras, de forma asamblearia, democrática y transparente. Es así como la empresa obtiene una vez tras otra todos sus objetivos ante una plantilla de trabajadores y trabajadoras mayoritariamente narcotizada, individualizada, y muy poco solidaria, que en las negociaciones asume el papel pasivo de meros espectadores que les han asignado.
Al final, este convenio podrá atraer producciones (porque vamos a acabar trabajando más y más barato que los chinos), pero esto no se traducirá en la generación del empleo estable y de calidad que debe ofrecer una empresa que presume de social y de ser el mejor empleador, en un momento en el que se lo puede permitir más que nunca y también es socialmente más necesario que nunca. Al contrario, el poco empleo que se genere será mayoritariamente temporal y precario (trabajadores y trabajadoras de usar y tirar…), y será a costa de la pérdida de la salud de todos y todas las que trabajemos en las cadenas. Hasta que dentro de cuatro años haya madurado el problema que se está dejando crecer, y entonces ya veremos…
Fuente: CGT en Volkswagen Navarra