En nombre del “progreso” y el crecimiento sin límites, se ha instaurado en todo el planeta, de manera global, un modo de vida incompatible con la vida misma, ya que no respeta ni los límites físicos ni los equilibrios naturales.
Las grandes corporaciones globales que el capitalismo constituyó desde hace muchas décadas: OMC, OCDE, BM, FMI, G-8, G-20, etc., sirvieron y sirven exclusivamente para asegurar un modelo de comercio, un modelo de explotación y un modelo de producción y distribución de mercancías, que aseguren una tasa de ganancia para las personas poderosas y ricas de este planeta y jamás para satisfacer las necesidades humanas de la inmensa mayoría de la población mundial.
Las grandes corporaciones globales que el capitalismo constituyó desde hace muchas décadas: OMC, OCDE, BM, FMI, G-8, G-20, etc., sirvieron y sirven exclusivamente para asegurar un modelo de comercio, un modelo de explotación y un modelo de producción y distribución de mercancías, que aseguren una tasa de ganancia para las personas poderosas y ricas de este planeta y jamás para satisfacer las necesidades humanas de la inmensa mayoría de la población mundial.
Interrumpir la lógica del movimiento “progresista”, se hace necesario -no solamente urgente por la denominada “emergencia climática”-, si lo que queremos es poner en valor la vida, el cuerpo y el territorio y dejar de buscar alternativas falsas (capitalismo verde, transiciones justas las cuales no va a permitir el capitalismo…) como las que representa el ecofascismo: se garantiza la continuidad de la vida de ciertos sectores, pero se expulsa a otros.
Las personas tenemos que cambiar la lógica del “progreso” que no es sino la lógica del capitalismo y para recomponer el metabolismo social, hay que redistribuir de manera radical la riqueza, decrecer en nuestros modos de producir y de consumir y poner las obligaciones que tenemos como cuerpo humano y como especie, en los cuidados de todo el cuerpo social y la especie.
Se trata de algo más que la “lucha contra el cambio climático, que se lleva desde la cumbre de París o más recientemente desde el G7, por parte de los gobiernos del mundo, sea solo palabrería y retórica vacía de humanidad.
Terminar de manera radical con la acumulación y con la explotación, a la vez que ésta debe ser global y colectiva, es la única garantía de que la Vida pueda tener algún significado positivo.
CGT se encuentra en primera línea conjuntamente con millones de personas que este 27 de Septiembre saldrán a las calles del mundo para gritar y exigir a quienes son los responsables del desastre global en que nos encontramos, que basta, que el capitalismo y su modelo civilizatorio, tienen que desaparecer.
El futuro es ahora y es responsabilidad individual y colectiva que exista un mañana, donde las miles de millones de seres humanos y especies que habitamos este planeta, podamos vivir en equilibrio y tener una vida digna de ser vivida.
Fuente: CGT